Desde la llegada de la pandemia, tanto pymes como grandes empresas se han dado cuenta de los beneficios y ventajas que aporta la digitalización de sus empresas, de los procesos y métodos de trabajo y de la cultura corporativa. Durante los meses de confinamiento, aquellas empresas ya digitales tuvieron más facilidades para seguir funcionando, en comparación con otras que tuvieron que parar sus procesos, o incluso, cerrar sus puertas.
Esta situación ha puesto en evidencia los retos digitales a los que se enfrentaba, y aún se enfrenta, el panorama empresarial para poder responder a los ritmos que demanda la economía digital.


Más allá de la digitalización de procesos, se trata de una cultura corporativa basada en la innovación. El proceso de digitalización va mucho más allá de integrar tecnologías en el día a día o el uso de herramientas digitales, siendo la redefinición y transformación de la cultura empresarial, uno de los pilares fundamentales. Los cambios que se han vivido estos últimos años han traído como consecuencia la necesidad de una cultura corporativa basada en la innovación y en la que la flexibilidad, la colaboración y el bienestar en el entorno de trabajo sean claves para atraer, retener y fidelizar al talento. Por ello, el reto para las empresas está en adaptar sus modelos, procesos y métodos de trabajo a este nuevo paradigma para fomentar un entorno de trabajo más innovador, eficiente, productivo y, sobre todo, colaborativo, cuya esencia esté en formar a los empleados y hacerles partícipes del cambio.